Anita tiene 10 años y desde hace días su mamá la ve rara: está seria, dejó de salir a jugar con las vecinas y comenzó a tener pesadillas. Su mamá decidió hablar con ella para saber qué le pasaba y la niña le dijo que nada y se fue llorando del lugar. Preocupada, su madre la siguió, preguntándole si alguien la estaba molestando. Anita, atacada en llanto, solo le dijo: “Es que mi tío me tocó ahí”. Al escucharla sintió que el mundo se le venía y se quedó congelada sin saber cómo reaccionar.
Como madres, padres o personas tutoras, darnos cuenta que nuestra hija o hijo están siendo abusados es un golpe durísimo. Cómo reaccionemos al momento de una revelación de abuso sexual es muy importante para la niña o niño, porque en ese momento puede confirmar que le creemos o no y eso tiene consecuencias. También recordemos que en Nicaragua el abuso sexual es reconocido como delito.
¿Cómo debemos reaccionar?
Cuando una niña, niño o adolescente nos revela que alguien le ha tocado de forma inapropiada, le ha forzado a hacer cosas de tipo sexual en contra de su voluntad, le ha obligado a tocarle o dejarse tocar entre otras formas de abuso, es importante saber cómo debemos reaccionar para acuerparle. A continuación, algunas recomendaciones:
- Lo primero es mantener la calma y escuchar lo que tiene que contarnos, ya que, si reaccionamos con susto o disgusto, podemos detener el impulso de la niña o niño para hablar de lo sucedido. Creer lo que le pasó es un paso fundamental para desmontar el escenario del abusador, que probablemente le ha dicho que, si lo cuenta, nadie le creerá. Podemos decirle: Yo te creo, lamento que te haya pasado. Gracias por decirme la verdad. Esto no fue tu culpa.
- Evitemos hacer preguntas de los detalles del abuso, sólo si la víctima lo hace de forma espontánea. El morbo puede provocarle mayores daños y profundizar las secuelas. Es preferible que una sicóloga o sicólogo haga esta entrevista, porque sabe cómo hacerlo con técnicas especializadas que como madres o padres no dominamos.
- Permitamos el desahogo emocional. Toda víctima necesita comprensión, apoyo y que le creamos, además de acompañarle mientras llora sin decirle que deje de hacerlo.
- Jamás le digamos: ¿Por qué no me dijiste antes? ¿Estás segura? Tengamos claro que las víctimas hablan cuando pueden, no cuando quieren. También tomemos en cuenta que las amenazas de los abusadores sexuales pueden ser muy poderosas y les detienen de hablar de forma inmediata. Cualquier señal nuestra que refleje duda o desconfianza, hará que deje de compartirnos la experiencia y profundizará sus heridas.
- Hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para detener el abuso. Digámosle que haremos todo lo posible para que no vuelva a ocurrir y pensemos en un plan para hacerlo. Nunca hay que confrontar a la víctima con el agresor, pues éste tendrá muchas más herramientas para defenderse y se coloca a la víctima en riesgo de mayor violencia. También hay que pensar si quieren poner una denuncia y lo que implica en el bienestar de la niña o niño.
- Preguntemos si podemos darle un abrazo. Cuando niñas y niños han vivido abuso, pueden sentir cualquier acercamiento físico como una agresión. Si lo permite, abrácele, enjugue sus lágrimas y asegúrele que no es su culpa, ya que la persona abusadora es siempre la responsable de los actos cometidos.
- Busquemos apoyo sicológico, médico y legal para atenderle de inmediato. Hay que confirmar que no tenga infecciones u otras consecuencias físicas y también buscar apoyo sicológico para comenzar el proceso de sanación. Además, hay que buscar asesoría legal si consideran interponer una denuncia, idealmente luego de hacer la valoración sicológica. Si deciden denunciar, deben explicarle a la niña o niño que tienen que hacerlo para que esta persona no vuelva a abusar y que pague por lo que hizo. Como madres, padres o personas tutoras también podemos sentirnos afectadas emocionalmente por el relato, por eso también podemos buscar atención sicológica, en especial, cuando el abusador es un familiar cercano.
El abuso sexual infantil es una situación común en Nicaragua. Según datos del Instituto de Medicina Legal, en 2023, 20 mil 408 niñas y adolescentes entre 0 a 17 años fueron víctimas de violencia sexual; además de 3091 chavalos en ese rango de edad. Cuidar a la niñez es una responsabilidad personal, familiar y social. ¡Actuemos!
Fuentes documentales:
¡Prevengamos el abuso sexual en nuestras comunidades!, Grupo Venancia, 2020.
Cómo prevenir el Abuso Sexual contra nuestros hijos e hijas / Guía para padres y madres de familia, Unicef Nicaragua 2017.
* Artículo escrito por una sicóloga feminista independiente nicaragüense
Comentarios