Pornografía en la adolescencia: un terreno peligroso que fomenta la violencia sexual

Él creyó que para ella sería excitante y ella sintió que la quería violar brutalmente. Son novios y tienen 16 y 15 años. Esta era la segunda vez que tenían sexo y el chavalo supuso que a ella le encantaría tener sexo anal, porque las mujeres de los videos porno que consume, gimen de placer y gritan pidiendo más.

Primero bebieron licor para relajarse, y luego, como les habían prestado un lugar para verse y la gente volvería pronto, él apresuró su plan y quiso penetrarla de improviso sin consultarle previamente, tal cual había visto en un video. La chavala gritó, le pegó y le dijo que nunca más volviera a tocarla.

Según el sitio web Pantallas Amigas los chavalos menores de edad pueden estar expuestos desde los ocho años a la pornografía. Cualquiera que tenga un celular con internet puede ver porno ya que es de fácil acceso, gratuito y sin identificación.

Siendo realistas es demasiado difícil evitar que lo consuman, pero tal vez, podríamos disminuir sus efectos hablando del tema, para que entiendan que esa no es una escuela de sexualidad, y más bien, el porno fomenta el irrespeto a los derechos humanos y delitos de violencia sexual, principalmente contra mujeres y niñas.

Hablemos con los hijos

El uso de la pornografía en la adolescencia puede ser negativo porque promueve modelos masculinos, que además de afectar a los varones, puede tener consecuencias para las mujeres con quienes se relacionan. Esto se debe a que el porno enseña que la violencia sexual contra las mujeres es normal, permitida y hasta requerida. Además, proyecta la imagen de mujeres como objetos sexuales pasivos cuyo principal deber es satisfacer al hombre.

Como madres nos angustiamos al darnos cuenta que nuestros hijos pequeños, adolescentes o jóvenes, visitan páginas pornográficas o empiezan a exhibir comportamientos preocupantes como faltas de respeto, palabras obscenas, conductas abusivas -como espiar a las mujeres mientras se visten o van al baño-, entre otras.

Normalización de la violencia sexual

Sin control y sin explicaciones de lo que ven en esos videos, películas, fotos o textos, los chavalos se confunden. La pornografía que más consumen refuerza la violencia contra las mujeres y la desigualdad entre los géneros. Como con el porno se obtiene placer sexual, pueden repetirlo una y otra vez, reforzando una conducta que puede ser dañina para ellos y el concepto que se forman de las mujeres y de cómo se les trata. 

Como consecuencia del consumo de pornografía en la adolescencia, los chavalos pueden crecer con ideas equivocadas sobre el sexo, la sexualidad y las mujeres. Puede llegar a creer que a las mujeres les gusta ser tratadas con crueldad, que hay que presionarlas, chantajearlas o maltratarlas para dar el sí a relaciones sexuales, aunque no quieran, o que se tienen que relacionar con el sexo femenino de una manera impositiva, violenta y controladora.

riesgos del consumo de pornografía en la adolescencia

Una explicación necesaria

El porno normaliza situaciones discriminatorias y formas de violencia como el incesto, los golpes, el ahorcamiento, el abuso sexual infantil, el comportamiento sádico, la humillación y explotación como formas de placer. Y la sociedad se va haciendo cada vez más tolerante a estas expresiones de violencia, naturalizándolas y justificándolas.

Aunque no creemos que haya que demonizar el consumo de pornografía en la adolescencia, ni en otra etapa de la vida, desafortunadamente para la mayoría de chavalos y chavalas se ha convertido en la única opción de “educación sexual”. No se dan cuenta que es una industria que comercializa el cuerpo de las personas, sobre todo de las mujeres a quienes presenta como cosas, como objetos.

A los hombres también les afecta porque los presentan como supermanes, aguantadores, con penes grandes y erecciones eternas, centrándose en su propio placer, y donde la penetración es la principal forma de tener relaciones sexuales.

Que buscar placer no se convierta en delito

Es un problema de poder, vulnera a la mujer y le da permiso al hombre de hacer lo que quiera con un cuerpo que no le pertenece, pero que él usa para su satisfacción. En la pornografía a las mujeres se les infantiliza presentándolas como niñas (sean o no sean), ropas de colegialas o de chavalitas, vulvas rasuradas, pechos enormes, o, por el contrario, como adolescentes que ni siquiera tienen edad para consentir una relación sexual.

Este tipo de guiones intentan normalizar situaciones que son delitos, porque los hombres son siempre mayores, dominantes y mucho más experimentados que las mujeres. Este hombre se satisface a sí mismo, independiente de la voluntad de la mujer involucrada, por eso el NO de ella no importa, porque parece que si el hombre sigue insistiendo, logrará que ella ceda.

Es así como se erotiza la violencia porque da a entender que ella “se hace la difícil” para que él se excite más. Esta forma de ver la sexualidad nos priva de vivir una vida sexual sin violencia, porque este placer está basado en la desigualdad de género. Necesitamos que nuestros hijos e hijas tengan acceso a una educación sexual libre, liberadora y científica.

A continuación compartimos algunas recomendaciones para prevenir la violencia machista asociada al uso de pornografía en la adolescencia.

Claves para hablar de sexualidad y consumo de pornografía en la adolescencia:

  • La comunicación abierta, basada en la confianza mutua con nuestros hijos, hijas, hermanos, sobrinos o nietos, nos dará la posibilidad de abordar los temas que nos interesan. En este caso, la sexualidad, como espacio de placer, crecimiento y riesgos.
  • Hablar desde pequeños con ellos y ellas sobre sexualidad como algo bueno y positivo para nuestras vidas. Verlo como algo natural, que tiene que ver con el placer, los afectos y las relaciones entre las personas.
  • Hacerles saber que su cuerpo les pertenece y que nadie puede tocarles en contra de su voluntad.
  • Contarles que las personas tenemos derecho a consentir si queremos o no tener acercamiento con alguien, y que la palabra de cada quien se respeta, independiente de su edad o condición.
  • Hay algunas medidas que podrían ayudar con la opción de control parental. Es cierto que los chavalos se la saben toda y la pueden desactivar, pero al menos, si lo hacen, nos va a dar la oportunidad de abordar lo que está pasando y decirles que el porno es una forma de ver el sexo, pero que no es la única ni la mejor, porque nos presenta una imagen distorsionada de la realidad.
  • Las prácticas sexuales no necesariamente tienen que provocar dolor, aunque hay personas a quienes les gusta el sexo rudo (nalgadas, moriscos, azotes u otras formas). En este caso, hay que tener claro que se da dentro de un pacto o acuerdo entre las personas involucradas de cómo y hasta donde llegarán. Aquí, como se observa, se respeta la voluntad de ambas personas, sabiendo que implican riesgos, como también es riesgoso tener relaciones sexuales sin protección.
  • Informarnos es clave para poder hablar con chavalos y chavalas, aquí hay una sección con videos educativos que podemos compartir con hijos e hijas.

Como personas adultas, madres y padres responsables, familiares e integrantes de esta sociedad, tenemos la obligación de fomentar una cultura de respeto, igualdad y derechos humanos. Nos toca exigir al Estado de nuestros países el acceso a la educación sexual integral en todos los niveles educativos, para prevenir la violencia y vivir más felices y libres.

Texto elaborado por una sicóloga feminista independiente nicaragüense con experiencia en el abordaje género-sensitivo de la violencia contra las mujeres.

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