La violencia machista es una situación común en Nicaragua. Cuando hay denuncias de violencia brutal contra niñas, vemos cómo muchas personas de entrada culpan a las madres, asumiendo que son las principales responsables del cuido y protección del chavalero.

Por eso nos preguntamos, ¿por qué se ataca con tanta virulencia a las mujeres en su rol de madres y cuidadoras? A ellas se les enjuicia, avergüenza, cuestiona y humilla quitando el foco de atención en los verdaderos culpables que son los agresores. Esta es una forma más de violencia contra las mujeres intentando mantener intacto un sistema social que discrimina y nos somete a los más crueles vejámenes.

Como defensoras de derechos humanos con amplia experiencia, podemos asegurar que, en su mayoría, son las madres quienes acompañan a sus hijas en la denuncia, el proceso de recuperación emocional y la búsqueda de justicia.

Las cuidadoras obligadas del patriarcado

A las mujeres se nos asigna como condición natural el cuido total de hijos e hijas, pero también de hombres, parientes, personas adultas, enfermas o con discapacidad. Todo este trabajo es invisible y se hace sin reconocimiento social ni paga. Y la que se queja o no decide asumirlo se le acusa de “mala madre”, desnaturalizada y muchas más cosas.

En un artículo de nuestra amiga María López Vigil sobre este tema, plantea que en nuestra cultura no parece haber límites para la responsabilidad maternal ya que prevalecen valores como el sacrificio extremo.

Explica que la enorme responsabilidad que la sociedad impone a las mujeres-madres se revierte cuando se incumplen esos mandatos, asumiendo que son culpables del abuso que sufren sus hijas, en especial cuando el abusador es su pareja, sea padre o padrastro.

El peso de estas ideas puede llevarlas a culparse y a sentir que han “fallado” como madres. María menciona que esta culpabilización tiene que ver con la construcción social de qué significa ser una “buena madre”. Y añade que la cultura patriarcal nos diseña para hacernos responsables de todo, e incluso, culparnos de las irresponsabilidades de los hombres. “Por una razón u otra, el hombre, el verdadero culpable, queda totalmente impune”, apunta.

Imagen de la campaña de la Red de Mujeres del Norte Ana Lucila para prevención de violencia en niñas de comunidades rurales.

Un rol imposible cuidar las 24/7

Según Marcela Lagarde, antropóloga feminista mexicana, las mujeres invierten la mayor parte de su tiempo y mejores energías afectivas, eróticas, intelectuales o espirituales, bienes y recursos en otras personas.

Por eso se espera que las madres estén siempre alerta a las necesidades de las demás personas, incluso adelantarse a las mismas, aún a costa de las propias necesidades. Esta es la abnegación y sacrificio que se valora y glorifica el 30 de mayo.

Muchas pasan su vida intentando cumplir con un rol que supera la capacidad humana. Y nunca daremos “la talla”, porque este rol machista exige renuncias y una presencia de más horas que las que tiene el día. Además, es un hecho que también nos cansamos y merecemos tener aspiraciones propias aparte de la maternidad.

Hay que tomar en cuenta que aparte de estos roles tradicionales de género -que muchas mujeres ejercen sin ayuda alguna-, hay agresores que están al acecho buscando una oportunidad para ejercer violencia y salir impunes. Por eso, cada vez que culpamos a las mujeres, justificamos a los agresores y se perpetúa la violencia. ¿Vas a seguir defendiéndolos?

Artículo elaborado por una psicóloga feminista independiente

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