Cada día que pasa la violencia machista sigue cobrando víctimas. Aunque hay muchos factores que vulneran a la niñez y quizá no es posible protegerles al 100 %, sí podemos hacer lo que está a nuestro alcance para que disminuyan las condiciones que les convierten en víctimas de los abusadores sexuales. Prevenir la violencia sexual en las niñas y niños es la mejor opción.
En Nicaragua es común ver femicidios después de intentos o consumación de violación sexual. Aunque ellas lucharon para defenderse, el agresor les superó en tamaño, conocimiento, fuerza y autoridad. Por eso es fundamental darles herramientas que les ayuden a identificar señales de posibles abusadores o que puedan pedir ayuda a tiempo.
Cuando el abuso sexual es cometido por una persona de la familia, no es común que desde el primer acercamiento haya insinuaciones, tocamientos o violación sexual propiamente dicha. Sabemos que el agresor se acerca poco a poco, conociendo el ambiente en el que vive la posible víctima, su situación de desprotección o vigilancia.
Para niñas y niños será difícil contar lo que le sucede de inmediato porque el agresor le hará creer que es su culpa, que ella/él quería “eso”, haciéndole sentir como su cómplice o amenazándole con hacer más daño o matar a sus seres queridos. Su objetivo es seguir abusando de “su presa” durante el mayor tiempo posible; y si no lo logra con amenazas, puede llegar a asesinarle para no ser descubierto.
Aquí te presentamos la segunda parte de algunas recomendaciones para prevenir la violencia sexual en niñas y niños:
- Creemos conexión. Aunque ya lo hemos dicho antes, insistamos en promover una comunicación abierta, constante y sincera que permita que nos cuenten cómo se sienten y si algo les está pasando. Preguntarles por sus temores o dudas sobre los casos que han salido en los medios es una buena oportunidad para entrar al tema de la prevención. Podemos decirles que, aunque hay personas que les quieren y cuidan, también puede haber otras que quieran hacerles daño acercándose como si fueran buenas personas.
- Acordemos una palabra clave de seguridad. Esta funcionará como una contraseña en caso de que se les presente una persona queriendo engañarles de que su mamá o papá le encomendó llevarles a algún lado. Si la persona no sabe la palabra clave, entonces no deben moverse y además tienen que pedir ayuda.
- Ayudemos a identificar a una persona en la que confíen fuera de la familia y que nos digan por qué les da esa sensación. Esto funciona en especial en espacios como la escuela, de forma que si algo le incomoda, hace sentir mal o se sienten en peligro, pueden buscar ayuda en su maestra, una amiga o amigo, la mamá de una amiga, entre otros. De antemano, podemos conversar con esa persona para verificar que es confiable y estaría dispuesta a auxiliarle.
- Observemos cómo se sienten niñas y niños. Esto nos dará la posibilidad de identificar si hay cambios en su estado de ánimo, comportamiento o comunicación. Si nos dice que tiene miedo ¿es a algo o a alguien en concreto?, ¿dice que tiene miedo de morir o que maten a sus padres?, ¿está usando palabras de contenido sexual que usualmente no se usan en la casa? Todos estos son indicadores que algo está pasando en su vida, por lo que tenemos que indagar para intervenir a tiempo y prevenir que sean víctimas de violencia sexual.
- Juntémonos con otras madres, padres o personas cuidadoras para identificar zonas de peligro en el barrio, en la ruta hacia el centro educativo, el parque o en la misma escuela. Con esta información se puede gestionar alguna acción de seguridad con las autoridades en esas zonas (es deber del Estado hacerlo) o con personas aliadas que vivan por ahí.
- Respetemos el cuerpo de niños y niñas. No se vale hacer bromas sobre sus zonas privadas y tocarles como si fuera un juego, sean cosquillas o nalgadas suaves. Eso no se lo haríamos a una persona adulta, ¿por qué creemos que sería gracioso hacérselo a ellas o ellos? Al contrario, tenemos que enseñarles el concepto de “mi cuerpo es mío” y que nadie tiene derecho a tocarles de manera inapropiada.
- Hablemos de sexualidad sin prejuicios, no como perversión, pecado o vulgaridad, para que cuando les pase algo “raro o fuera de lugar” puedan contárnoslo. En la crianza es importante tener en cuenta que tendrán preguntas que debemos contestar sin prejuicios ni mentiras, porque en lugar de protegerles, podemos promover que sean víctimas.
- Pongamos en remojo comentarios que responsan principalmente a las madres. Cuidar de niños y niñas no es una responsabilidad solo de las madres, a quienes muchas veces se les acusa de descuidarles. Frecuentemente se les culpa más que a los agresores sexuales y asesinos. Reconozcamos que es difícil cumplir con el rol de cuidadoras cuando estamos solas en la casa con dos o más niños de diferentes edades con necesidades diferentes, e intentando cubrir todas las tareas para el funcionamiento del hogar, incluso más si trabajamos fuera. ¡El responsable es siempre el agresor!
- Dice un proverbio africano que “se necesita todo un pueblo para educar a un niño”, a lo que nosotras sumamos que se necesita a toda la sociedad para proteger a niños y niñas de la violencia, porque no basta con cuidarles cuando estamos a su lado, sino que haya otros ojos que les protejan de situaciones de violencia y abuso sexual que trunquen su vida.
- Pensemos que si la niñez de hoy serán las personas adultas del mañana, necesitan crecer sanas, fuertes, con oportunidades y una visión positiva de la vida. Veamos a la niñez como seres humanos que necesitan de nuestro respeto y acompañamiento en este proceso que se llama vida, sólo así podemos incidir positivamente en el futuro de nuestra sociedad. ¡Prevenir la violencia sexual es tarea de todas y todos!
Texto elaborado por una sicóloga feminista independiente con experiencia en el abordaje género-sensitivo de la violencia contra las mujeres.
Fuente documental: Prevengamos el abuso sexual en nuestras comunidades, Grupo Venancia, 2021 (podés descargar este folleto libremente en versión digital).
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