Recientemente conocimos la triste noticia del asesinato del niño Hollman Ariel Gaitán Medina, de siete años, a manos de su hermano por parte de padre, Edward Enrique Gaitán Gallegos, de 21. El móvil de este parricidio agravado todavía no está claro.

Independiente de eso, lo que queda es dolor, luto, temor y enojo en esta familia que está rota por este acontecimiento. Nos hace pensar en la vulnerabilidad de las personas menores de edad en un ambiente de violencia, sea familiar, vecinal o escolar.

Todas las personas tenemos derecho a vivir en un ambiente tranquilo y libre de maltrato, pero cuando hay violencia en la familia, sea física, emocional o patrimonial, se afecta a todos sus integrantes. Cuando un hermano golpea o humilla a otro, no debemos ignorarlo ni normalizarlo porque aumenta las posibilidades de que se convierta en un serio problema.

Cualquier conducta o comportamiento que cause daño físico o emocional entre hermanos o hermanas se considera violencia y puede tener consecuencias graves. Incluye peleas, agresiones físicas, insultos, amenazas, aislamiento, humillación, entre otros. El más frecuente es el abuso verbal.

La violencia es un problema de abuso de poder. Especialistas exponen que hay algunos factores que pueden incidir en el comportamiento violento entre hermanos y hermanas. Se menciona que cuando uno o ambos progenitores tienen conductas controladoras, agresivas o muy críticas, dan mal ejemplo a hijos e hijas, afectando su comportamiento.

Esto puede llevar a que un niño o niña se una al abusador como una forma de protegerse de ser él o ella misma quien se convierta en objeto de abuso o como una forma de establecer lealtad con la madre o padres abusivos.

La violencia entre hermanos y hermanas tiene las siguientes características:

  • Casi siempre viene de un hermano mayor a otro menor
  • Siempre hay un maltratador y el otro es el maltratado
  • Se da de manera reiterada
  • El hermano agresor parece sentir una hostilidad o rabia crónica hacia el hermano agredido.
  • El agredido asume una actitud de indefensión (siente que ya no le queda más que someterse porque parece haberlo intentado todo). Si padres y madres minimizan o invisibilizan la situación, el agredido se sentirá desprotegido.

Es importante tomar conciencia de los efectos de esta violencia sin minimizar:

  • A nivel emocional puede provocar ansiedad, depresión, baja autoestima, estrés postraumático y dificultades para establecer relaciones interpersonales saludables.
  • A nivel físico puede causar lesiones que requieren asistencia médica, y a largo plazo, problemas de salud como hipertensión, enfermedades cardiovasculares, entre otros.
  • Bajas en el rendimiento académico, dificultades en la concentración, falta o abandono de la escuela.
  • Es frecuente que haya una reproducción del comportamiento agresivo en otros ámbitos como en la escuela u otros contextos sociales.

Estrategias para prevenir la violencia entre hermanos y hermanas:

  • Padres, madres y otras personas adultas deben evitar tomar partido cuando haya desavenencias.
  • Usar la comunicación respetuosa y afectiva puede evitar conflictos y problemas que desencadenen violencia.
  • Tener un trato digno para todas las personas, en especial cuando son hermanos o hermanas; todas merecemos ser tratadas con respeto e igualdad.
  • Evitar fomentar las competencias y favoritismos. Hay padres o madres que comparan los logros para supuestamente retar al otro hijo o hija para que se supere, pero lo que logran es que sientan vergüenza, culpa o rabia.
  • Modelar respeto, tolerancia y empatía, enseñando a resolver los conflictos hablando, no agrediendo.

Cuando se presenten agresiones entre hermanos o hermanas siempre es necesario que intervengamos, pero con una estrategia clara y consistente que evite que recurran constantemente a este tipo de acciones. Si ha habido maltrato, hay que buscar orientación psicológica para ahondar en las causas de esos comportamientos agresivos.

Prevenir es mejor que lamentar

  • Aprovechemos las oportunidades de elogiar a hermanos y hermanas cada vez que han logrado realizar algo en equipo. Hay que felicitarles cuando se pusieron de acuerdo para resolver algo.
  •  Tratemos de indicar acciones que les estimulen a compartir algo o turnarse mientras mostramos con nuestro ejemplo cómo hacerlo. Así nos aseguramos que aprenden a hacerlo.
  • Para enseñarles colaboración y cuidado entre las personas de la familia, hay que crear actividades que promuevan apoyo mutuo y solidaridad. Los espacios para la diversión, los juegos en equipo, las celebraciones y otras actividades que posibiliten encuentros afectivos, ayudan a fortalecer los vínculos de cuidado entre integrantes de la familia y disminuyen el riesgo de violencia.

Artículo redactado por una psicóloga feminista independiente nicaragüense

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