A Sara Millerey González Borja, de 32 años, le encantaba brillar. Desde su niñez le gustaba arreglarse usando escarcha y ropa con muchas “mirellas”, como se conoce a los brillos y lentejuelas en su Colombia natal. Por eso, cuando decidió abandonar el nombre masculino con que fue registrada al nacer, se identificó como Sara Millerey.

Desde el pasado 4 de abril se hizo viral un video escalofriante con su cuerpo tirado en la quebrada La García, en la comuna de Bello, Antoquia, con una corriente muy fuerte de agua contaminada y ella casi inmóvil pidiendo ayuda recostada en un matorral.

Según los reportes oficiales, un grupo de hombres la atacó de forma atroz fracturándole brazos, piernas y costillas, además de golpes contundentes en otras partes del cuerpo, antes de lanzarla a la fuerte corriente para que no pudiera nadar para salvar su vida. Y además, grabaron un video de 28 segundos donde se escuchan varias voces masculinas amenazando a quienes quieren ayudarla.

Ataque atroz

Su mamá, Sandra Borja, estaba saliendo de la misa de la Divina Misericordia cerca de las 4 de la tarde, cuando le avisaron que su hija estaba herida en el lugar. Cuando llegó, los agresores ya no estaban y empezó a gritarle a su hija que aguantara mientras llegaban los bomberos y la Policía, pero vio como la corriente se la llevó. Dos hombres decidieron nadar para rescatarla. Se estima que Sara pasó al menos dos horas en esas aguas sucias desde que los delincuentes la tiraron.

En ese momento los bomberos la trasladaron a un hospital y, según relata su madre en el pódcast Más allá del silencio, al llegar no la querían atender aduciendo que no les correspondía por la zona en que fue encontrada y que no era tan grave porque no estaba baleada ni ensangrentada.

Sara no solo estaba muy malherida, sino que tenía hipotermia, ya que estuvo demasiado tiempo malherida en agua muy helada. El personal médico solo la ubicó en un colchón sin sábanas y fueron su madre y otras personas presentes, quienes se quitaron sus chaquetas para tratar de darle calor. Sara recibió atención médica en cuidados intensivos hasta la madrugada y no pudo sobrevivir a dos paros cardíacos. En este crimen de odio hay muchos autores implicados.

Violencias continuadas

Desde niña era vendedora ambulante de caramelos y galletas y más grande se dedicó a la venta informal. Algunas amigas trans aseguran que también se dedicó al trabajo sexual durante un tiempo y que cayó en adicciones. Su madre recuerda que desde siempre recibió mucha violencia, burlas, humillaciones y discriminación, porque nunca actuó acorde al sexo masculino que le asignaron al nacer.

Desde el día de su asesinato han ocurrido otras violencias, comenzando por la viralización del video de su agonía y el hecho de que hayan circulado rumores de que vivía en la calle y se dedicaba a asaltar gente. Incluso, la Alcaldía de Bello emitió un primer comunicado rechazando el brutal asesinato, nombrando a Sara con la identidad masculina oficial, en una clara falta de respeto elemental.   

En Colombia, en lo que va del año han sido asesinadas 15 mujeres trans. Este crimen ha conmocionado a la sociedad colombiana y de otros países por la saña con la que torturaron y asesinaron a Sara en una zona donde ya había denuncias de “limpieza social”.

A lo largo del país se han dado movilizaciones masivas exigiendo justicia y acciones para luchar contra las múltiples discriminaciones y violencias que viven las personas de los colectivos LGBTQI+ en ese país.

Hasta el presidente colombiano, Gustavo Petro, lamentó su muerte en su perfil de X, mencionando que su asesinato fue un acto de «fascismo» porque “es la eliminación violenta de las diferencias del ser humano: políticas, religiosas, étnicas, de libertad sexual”.

Acciones en marcha

Hasta el momento hay varios sospechosos siendo investigados y se espera que pronto sean capturados y procesados. Incluso hay una recompensa de alrededor de 25 mil dólares a quienes ofrezcan información para aclarar este horrible crimen.

En Nicaragua también hemos sido testigos de crímenes atroces en contra de personas de la diversidad sexual. Estos crímenes de odio son el último escalón de la violencia continuada que muchas personas viven, solo por el hecho de no encajar en un modelo heterosexual, binario y machista que la sociedad impone.

Tomar conciencia de que todas las personas tenemos derechos humanos y que hay una diversidad de identidades y expresiones sexuales, es un primer paso para cambiar como sociedad. El odio puede matar. Sara lo sabe bien.

Fuentes consultadas:

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