A mediados de febrero de 2025 vimos en redes sociales al menos tres casos con mujeres jóvenes denunciando en redes el acoso y abuso sexual en unidades de transporte público en Managua y Matagalpa.  En todos los casos las muchachas fueron manoseadas por hombres frente a la pasividad del resto de pasajeros y del personal encargado de los buses donde viajaban.

Las víctimas alzaron sus voces denunciando el hecho en el momento y pidiendo ayuda y, en uno de los casos, la chavala dio una golpiza al acosador como respuesta al manoseo del que fue víctima. Nadie hizo nada para ayudarlas.

El acoso callejero incluye una serie de prácticas de connotación sexual ejercidas por una persona desconocida, en espacios públicos o semipúblicos que suelen generar malestar en la víctima. Estas acciones no son consentidas por la víctima y quien acosa no tiene interés en entablar una comunicación real con la persona agredida.

El acoso en la calle incluye desde palabras morbosas, exhibición de genitales y asedios, perseguir a la víctima o tocamientos que pueden llegar incluso a abuso o violaciones sexuales. Este es el resultado de la cosificación de las mujeres, que es cuando nos ven y tratan como objetos sexuales.

El acosador callejero puede justificarse diciendo que es un piropo inofensivo, pero la verdad es que son comentarios o tocamientos impuestos con contenido claramente sexual, expresado de forma grosera, ofensiva y descarada, aunque también se hace de forma encubierta.

En 2018 el Observatorio Contra el Acoso Callejero Nicaragua y CAC Porter Novelli presentaron un estudio en el cual la mayoría de las mil 629 mujeres encuestadas (83 %) afirmaban haber sido acosadas de diferentes maneras en espacios públicos y semipúblicos. A pesar de los niveles de incidencia de este tipo de acoso, las leyes nicaragüenses no reconocen el acoso callejero (verbal) como un delito en específico y quienes son víctimas sólo pueden denunciarlo bajo otros conceptos, por ejemplo, cuando hay tocamientos.

Al no contar con una ley que castigue el acoso callejero, a veces se le tipifica como asedio, el cual no constituye delito sino una falta penal que solo amerita días-multa. El problema se agrava porque parte de la población minimiza este tipo de violencia, creyendo que las víctimas exageran al denunciarlo.

Toda mujer debería poder salir a la calle sin temor a ser acosada sexualmente por cualquier persona que se siente con derecho a hostigarla. También es una responsabilidad social apoyar a cualquier persona que sufra diferentes tipos de violencia.

Qué podemos hacer

Hay muchas formas de reaccionar frente a este tipo de agresiones. Hay mujeres que se quedan calladas, pero también hay muchas que los graban y denuncian en redes sociales o ante las autoridades intentando encontrar justicia. No en todos los casos es conveniente responder de la misma forma, hay que tomar en cuenta todo lo que te puede poner en mayor riesgo. A continuación, algunas ideas.

  • Antes de reclamarle el acoso, observá primero el entorno: buscá gente que esté cerca, autoridades o personas que te den la impresión que podrían auxiliarte. Pensá bien lo que vas a decir, porque, si por rabia o miedo, se te hace un nudo en la garganta, no vas a poder. Sólo cuando te sintás lista, en dominio de la situación, hacelo. Podés decirle fuerte y claro viéndole a los ojos manteniendo un tono firme: ¡Dejá de acosarme / dejá de tocarme!, ¡respetame! ¡No me interesa tu opinión sobre mí o sobre mi cuerpo!
  • Exponelo públicamente. Para ello es bueno alzar la voz llamando la atención de las personas alrededor para que sepan lo que está haciendo el acosador, ya que suele ocurrir en lugares públicos o semipúblicos. No siempre habrá reacción positiva de la gente, pero, por lo menos, el acosador se sentirá expuesto y puede dejar de hostigarte. También podés decir: ¡Ayúdenme!, este hombre me va morboseando!
  • Además, en muchas ocasiones al momento de acosar, los individuos están usando uniformes de trabajo o se encuentran en horario laboral, así que podés denunciarlos en las redes de sus empresas o ante sus superiores. Cualquier forma que logre identificarlo, como una foto o una seña particular, puede servir como prueba.
  • Grabalo manteniendo la distancia. Si decidís grabar al acosador, aléjate un poco y agarrá el celular con fuerza para evitar que te lo arrebate. Al comienzo de la grabación podés decir: voy en tal ruta o en tal bus de hoy fecha tal y este hombre de camisa de tal color me hizo tal cosa (explicando en qué consistió el acoso). En caso de que el acosador esté en un vehículo podés grabar la placa del carro. Luego lo subís a tus redes o compartirlo con medios de comunicación de tu preferencia. 
  • Denunciar ante las autoridades: esta es una opción, aunque como ya hemos dicho, es difícil que se penalice el acoso callejero, pues no tenemos una ley que lo tipifique como delito. Pero se puede denunciar como asedio (arto. 539) o exhibicionismo (arto. 540). En el artículo 8 de la Ley 779, inciso F se puede incluir como una forma de violencia psicológica contra la mujer.
  • ¿Cuándo quedarte en silencio? Si estás en un lugar solitario, es de noche y no ves personas que te puedan ayudar, a veces el silencio es la mejor opción para no exponerte más. En este caso lo mejor es ignorar el acoso y buscar cómo alejarte, ya que contestar podría desatar una agresión más grave. Intentá alejarte viéndolo fijamente y, si podés, evitá darle la espalda. También podés dirigirte a una casa y tocar la puerta para pedir ayuda.

Artículo elaborado por una sicóloga feminista independiente

Fuentes documentales:

Acoso callejero: el gran ausente en las leyes nicaragüenses, Nicaragua Investiga.

Inseguridad afecta a mujeres, La Prensa.

Comentarios

Deja un comentario