Cuando Anita volvió de la escuela se notaba algo pensativa. Justo después del almuerzo y sin ningún preámbulo le preguntó a su mamá: “¿Vos y mi papa hacen el delicioso?”. Atragantada, lo primero que ella respondió fue: “¿Quién te dijo eso?, ¡puras cochinadas que las niñas no tienen que andar hablando!”. Fin de la conversación.
Como madres, padres o personas a cargo de niñas y niños, sabemos que están llenos de preguntas que pueden surgir por algo que vieron o escucharon, peor aún en estos tiempos de redes sociales. Cuando reaccionamos negativamente o nos negamos a responder una pregunta vinculada a la sexualidad, esto puede aumentar su curiosidad por el tema y buscar información en fuentes poco confiables, ya que tendrá claro que de eso no se puede hablar con mamá o papá.
Hay datos que indican que fomentar una educación sexual integral desde temprana edad tiene efectos positivos que proporcionan información y conocimiento y mejora las actitudes en relación con la salud y los comportamientos sexuales y reproductivos, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco por sus siglas en inglés.
Sabemos que hay madres y padres de familia que creen que hablar de sexualidad puede estimularles a que tengan sexo a edades tempranas. Es importante que tomemos conciencia que esto no es así, porque al darles información apropiada para su edad, tienen mayores posibilidades de esperar a tener sexo hasta ser mayores y utilizar métodos anticonceptivos cuando finalmente lo hacen, entre otros aspectos.
Comencemos desde la infancia
El sicólogo y sexólogo español Daniel Santacruz explica que cuando padres y madres hablan con hijos e hijas de sexualidad desde la infancia, promueven la comunicación y la confianza, además de manejar con más facilidad el tema más adelante. Además, recalca que es vital entender la sexualidad como algo más que lo relacionado con los genitales.
Un punto clave frente a una pregunta sobre el tema es mantener la calma y responder con tranquilidad. Y lo primero que podemos hacer es guiar la plática para saber qué cosas saben y qué piensan del tema. Por ejemplo, podemos responder: “Es una buena pregunta, ¿qué te hizo pensar en eso?” o “¿y qué sabés vos o que entendés de eso que preguntás?”.
Algunas recomendaciones de especialistas es que hay que tener honestidad y franqueza al hablar sin abrumarles con mucha información. Con la niñez, explican, “menos es más”, por lo que recomiendan explicaciones simples y solo ofrecer más detalles si tiene otras preguntas.
Para niñas y niños chiquitos es fundamental enseñarles las partes del cuerpo con sus nombres científicos, nada de “palomita” o “cosita”, sino vulva, pene, ano, senos… Hay que aprovechar las rutinas cotidianas como cuando les bañamos, para explicarles que algunas partes de su cuerpo son privadas y que nadie tiene derecho a tocarlas sin su permiso, sobre todo si les hace sentir incomodidad.
Además, si no sabemos del tema que preguntan, respondamos con honestidad que en este momento no tenemos información clara y que vamos a investigar para responderle. Por eso es fundamental que nos preparemos para acompañar cada etapa de vida con la información adecuada. Si querés tener información especializada sobre el tema podés entrar a estos sitios:
- Educación sexual para padres de Planned Parenthood
- Vení, ¡hablemos de sexualidad!, guía para padres y madres de familia sobre educación integral en sexualidad del Unfpa Guatemala, 2019.
- Respuestas fáciles a preguntas difíciles, Guía de educación sexual integral para familias, Save the Children España, 2017.
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